Hagamos a todos el bien

Apreciadas familias:
Les saludamos con la paz de Dios, deseándoles bienestar y bendiciones a cada hogar.

Primeramente, reconocemos que el tiempo compartido en familia ha permitido poner de manifiesto momentos de comprensión, tolerancia, paciencia y cooperación por parte de cada miembro del hogar, con el fin de armonizar nuevos espacios de permanencia en casa por varios días para cuidar nuestra salud.

Seguidamente, destacamos la consideración de los momentos compartidos así como el respeto a los tiempos individuales de cada miembro del hogar, los cuales contribuyen con la autonomía, así como a la ayuda mutua, para promover un ambiente agradable en todo momento.

Sin embargo, son circunstancias desafiantes, cuando nos corresponde afrontar retos e incluso situaciones de conflicto. Ante todo debemos confiar en que estamos haciendo un buen trabajo, que cada quien se está esforzando por dar lo mejor de sí mismo, siendo responsables y solidarios (desde los más pequeños hasta los grandes), porque entre todos vamos a lograr avanzar, crecer, superar dificultades y aprender.

Al respecto, debemos recordar que los adultos somos referentes para los chicos; desde la escuela y en el hogar, somos su ejemplo a seguir. Y más allá de lo que les exigimos, ellos esperan que nuestro discurso sea coherente con nuestras acciones, porque de esta manera también los estamos capacitando para manejar situaciones desafiantes que se presentan en la vida.

Por consiguiente, debemos reflexionar sobre nuestras formas de gestionar situaciones emocionales conflictivas y/o actitudes desagradables, como la frustración, la impulsividad o la vergüenza, entre otras emociones que deben ser experimentadas de manera consciente para aprender de ellas y para aprender a regularlas apropiadamente. En este sentido, reiteramos que como adultos somos ejemplo para los chicos, pero a su vez somos ayuda y amparo para ellos, por tanto, consideramos que desarrollar la destreza de expresar emociones de manera apropiada requiere esfuerzo de cada persona pero a su vez posibilita que contribuyamos los unos con los otros.

Concretamente, para promover la gestión apropiada de emociones desagradables podemos comenzar por identificarlas. Luego, debemos reconocer la importancia del lenguaje emocional a través de las expresiones corporales y de las palabras. Por ejemplo: que la persona diga lo que siente, lo que quiere, lo que le gusta o no, y expresarlo sin necesidad de gritar, insultar, pegar, etc.

De esta manera estaremos enriqueciendo nuestro desarrollo interpersonal, al tiempo que contribuiremos con la educación emocional de los niños, niñas y adolescentes. Por eso reafirmamos el valor del esfuerzo que cada uno está haciendo en esta época de crisis, (felicitamos a los más pequeños de la casa) y los animamos a seguir tomados de la mano de Dios, siendo reflejo del amor de Dios con nuestro prójimo, con nuestra familia, con cuantos tengamos la posibilidad de serlo, porque al final todos habremos aprendido grandes lecciones.

Por lo tanto, hagamos el bien a todos cada vez que se presente la oportunidad, y especialmente a los que, por la fe, son de la familia. Gálatas 6:10 La Biblia, Versión NBV

Kenat Pietrantonio, Educación Cristiana